son azules de talón a punta, de lengüeta a suela (una suela volada, por cierto). Hasta las costuras son azules. Y yo, que experimento una aversión crónica al color azul (el rey de los lugares comunes), los encuentro interesantes. El tono es una rayita menor al de los pitufos, el terminado es como de charol, son brillantes y caprichosos. Más que combinarlos, habrá que buscar el modo de hacerlos transgredir con éxito. Y es que, más o menos, de eso se trata el estilo. Así que anímense, caballeros.
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